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viernes, 12 de septiembre de 2014

La Ciencia que no Olvida sus Raíces

Conocimiento

Científicos argentinos radicados en Suecia, Noruega y Dinamarca conformaron tres nuevas redes–ya son nueve– de investigadores que, aun lejos, cooperan con el desarrollode la ciencia nacional.

La ciencia que no olvida sus raíces
En Noruega - El ministro Lino Barañao y Águeda Menvielle, directora de Relaciones Internacionales del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación productiva, junto a los científicos argentinos radicados allí.
Once años atrás, desde su Córdoba natal y antes de irse del país, Claudia Tomadoni escuchó el discurso de Néstor Kirchner al asumir la presidencia de una Argentina bien distinta a la de hoy. Captó toda su atención, pero el escepticismo que la unía a tantos otros científicos que habían padecido la desvalorización de su profesión desde La Noche de los Bastones Largos y aun más en los '90, no le permitió quedarse. "Uno venía tan golpeado que era difícil creer. 'Si hiciera un poquito de lo que dice', pensé entonces. Lo bueno es que al final cumplió más que un poquito", cuenta Claudia, activa integrante de la Red de Científicos Argentinos en Alemania, con la sonrisa de saber –de primera mano– que su país ahora sí valora a la ciencia: ella misma forma parte de una de las redes que existen en diferentes países del mundo, bajo la órbita del programa RAICES, del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, que además de haber repatriado a más de un millar de científicos, agrupa a 816 argentinos que, radicados en el extranjero, participan enérgicamente para fomentar la cooperación y el desarrollo de la ciencia nacional.
Ahora, las redes son nueve: a las de Alemania (la primera, creada en 2009), Francia, Italia, Bélgica y Luxemburgo, Medio Oeste y Noreste de EE UU, se sumaron el mes pasado las de Suecia, Dinamarca y Noruega. La base de datos del programa RAICES (Red de Argentinos Investigadores y Científicos en el Exterior), que se inició en 2003, registra actualmente 5010 científicos y tecnólogos argentinos dispersos por el globo. Sebastián Ceria, coordinador de la Red en el Noreste de Estados Unidos, es uno de ellos: "Uno echa raíces, tiene hijos y eso dificulta volver. Por eso estas iniciativas son importantes: no es que los científicos que se quedaron afuera no quieran a su país y no quieran volver; no pueden. Pero quizás, son tan o más útiles a la Argentina desde el exterior: la única manera de ayudar no es volver."
Esta forma de cooperar con el desarrollo científico argentino, a distancia, se conjuga con otras líneas de acción del programa: financiamiento de becarios, pasantías o seminarios para que investigadores argentinos se capaciten en el extranjero, convocatorias para proyectos de micro y pequeñas empresas de base tecnológica, y proyectos de investigación que incluyan en el grupo responsable a un miembro de RAICES. Como explica Águeda Menvielle, directora de Relaciones Internacionales del ministerio, la existencia de estas Redes de Científicos Argentinos en el exterior dinamiza este intercambio: "Una cosa es recibir cada 15 días un informe sobre la política científica del programa y contestarlo o no, y otra es estar pensando, con un grupo de trabajo, en nuevas líneas de acción y nuevos trabajos. Estas redes vuelven mucho más proactivo el proceso: los científicos se juntan, debaten entre ellos y hacen una propuesta concreta al programa. Es como un centro de generación de ideas."
Los resultados de todos esos cerebros argentinos trabajando, aun lejos, para el país, se traducen en oportunidades para todos. "Nuestra tarea es voluntaria y todo lo que hacemos es ad honorem –confiesa Ceria–. Sentimos un gran agradecimiento hacia el país que nos formó a través de una educación mayoritariamente gratuita, que nos permitió triunfar en el exterior, y sentimos la necesidad de responder tratando de ayudar como se pueda." Para Claudia Tomadoni, esta es una nueva era de la ciencia en nuestro país: "Hoy, Argentina le da el lugar número uno: un país que invierte en ciencia, tecnología y educación y fomenta la innovación como mecanismo de promoción, es un país que está pensando en el futuro. Y eso me súper enorgullece: de que un ministro nos mandara a lavar los platos, hoy llegamos a esto, y para uno, que es hijo de la universidad pública, significa también recuperar una identidad." Esa identidad es la que le remueve, cada dos por tres, la idea de regresar. Y su respuesta, lejos pero cerca de la Argentina, define sutilmente la realidad de los científicos que –como ella– hoy son activos motores de estas valiosas redes: "La cuestión de volver es una pregunta difícil, me la hago siempre, y siempre me respondo lo mismo: que cuando uno nunca se terminó de ir, siempre está volviendo."  «
Tiempo Argentino

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