Todas las voces y músicas de la Patria Grande

Todas las voces y músicas de la Patria Grande

viernes, 26 de septiembre de 2014

La Historia de Nazareno Representa un Ejemplo Clarísimo del Fracaso del Sistema Judicial.

INJUSTICIA EN CARNE VIVA

El peor delito: ser pobre y cartonear

Demetrio Iramain

Nazareno es cartonero y tiene 36 años. Nació en Chaco. No había cumplido los 18 cuando abandonó su provincia natal para venir a la gran metrópolis. Desde hace seis años vive en la Villa 31, en Retiro. Su paso por la justicia contravencional, no como cliente sino como objeto de su rigor punitivo, demuestra cuánto de obsoleto, distante y prescindente ante la más cruda problemática social tiene el sistema judicial argentino.
Vive en el barrio Carlos Mugica, junto con su mujer y las tres hijas de ella. Su pareja, además de cuidar a las niñas, recorre la ciudad junto con él, juntando cartones, botellas, metales, y todo residuo urbano que todavía pueda tener algún uso. Lo que el capitalismo descarta por inútil, o viejo, él lo mete adentro de su bolsa de lona gigante; sólo así consigue vivir un día más.

Varias semanas atrás, Nazareno fue detenido por eficientes oficiales de la Comisaría 23ª, bajo el cargo de "hurto". La denuncia la hizo la propia policía, que encontró dentro de su carricoche algunos metros de cable de aluminio. ¿La policía "encontró" el cable dentro del carro, o el cable encontró a Nazareno? Los surrealistas franceses le dirían "el azar objetivo"; en la Villa 31, "te la pusieron", como se conoce a la sempiterna práctica de armas causas. Si le daban a elegir, Nazareno habría preferido quedar unos días preso a perder su herramienta de trabajo. Le pasaron las dos cosas.
Ese carro lo alquila diariamente a algunos vecinos de la villa, que cartonean como él. Al ser confiscado por el Juzgado en lo Correccional Nº 4, a cargo de Francisco Ponte, Nazareno no sólo perdió la posibilidad de ganarse el pan. Entonces, intervino el Programa de Acceso a la Justicia del Ministerio Público Fiscal, con una única finalidad: recuperar para Nazareno el carromato que le permite vivir y mantener, con mucho esfuerzo, las necesidades básicas de su familia. Ese programa de la Procuración General de la Nación, producto de la mirada renovada sobre la cuestión judicial que tiene Alejandra Gils Carbó, consiste en la apertura en las villas, asentamientos y barrios más olvidados, de oficinas (que el programa denomina "ATAJOS", Agencia Territorial de Acceso a la Justicia) en las que un equipo multidisciplinario recibe las inquietudes jurídicas o comunitarias, y promueve, según el caso, denuncias o derivaciones a otras dependencias estatales. Hasta hoy, funcionan en las villas 20, 21-24, 1-11-14 y Barrio Mitre, en Saavedra, además de la Villa 31.
En el caso de Nazareno, la intervención de ATAJO fue a través de los operadores de la Sedronar que trabajan a diario con los jóvenes en situación de consumo de la Villa 31. Para quienes padecen esta problemática, los agentes de la secretaría que conduce el sacerdote Juan Carlos Molina son sus referentes y la primera vinculación con el mundo de los derechos y el Estado.
Entre las líneas de acción del programa, una es central: articular con las múltiples oficinas estatales presentes en las villas para potenciar el trabajo común y volver más efectivas las redes de contención y escucha. En el caso de los jóvenes en situación de consumo, y otros grupos vulnerables (violencia de género, menores, trata de personas, etc.), la confianza resulta esencial.
A la hora de abordar el caso Nazareno, la coordinadora jurídica de la Agencia de la Villa 31, Lucía Battistuzi, resolvió presentar un escrito ante el fiscal en lo correccional Sebastián Randle, para que efectivice la entrega del carro considerando que constituye su único medio de subsistencia. La fiscalía, y posteriormente el juzgado, resolvieron que antes de hacerlo Nazareno debía notificarse de los cargos que se le imputaban. Nunca antes la justicia se había acordado tan enfáticamente de él; Nazareno hubiera preferido un nuevo olvido. Cuando, finalmente, el dueño del carro se notificó de la causa en su contra, el expediente fue enviado a la defensoría oficial y recién entonces el escrito interpuesto por ATAJO llegó al despacho del juez. Entre el hecho y la intervención del magistrado pasó un mes, con sus 30 días y noches. El defensor oficial interviniente también recibió el requerimiento de ATAJO. Los tiempos demasiado laxos de la justicia, si de pobres se trata, la necesidad formal de que el imputado acepte por escrito la intervención del defensor oficial y la imposibilidad concreta de notificarlo porque Nazareno no tenía un domicilio fijo donde hacerlo, hicieron que el secuestro del carro ni siquiera pudiera ser apelado.
Cada vez que el equipo del Programa de Acceso a la Justicia se comunicaba con el juzgado, recibía igual respuesta: "La providencia del juez está a la firma." Pero los días corrían, el carro seguía en custodia del juzgado y Nazareno no podía salir a trabajar. Todas las veces que el director del Programa ATAJO, Julián Axat, quiso entrevistarse personalmente con el juez, no pudo hacerlo. No tuvo más remedio, entonces, que enviarle una carta. El escrito entregado en la Mesa de Entradas del tribunal tuvo relativo éxito: el secretario atendió a Axat por teléfono y le explicó que el carro era "objeto del delito" (como si la extrema vulnerabilidad de Nazareno no lo fuera también), razón por la cual el juez insistía con su decomiso hasta tanto Nazareno prestara declaración indagatoria.
En la mañana del martes 23, y mientras el juez desayunaba en su juzgado, Nazareno vendía en la feria de la villa sus últimas pertenencias. No podía seguir esperando de brazos cruzados la restitución; antes debía conseguir dinero para remplazar con urgencia su carro y salir a cartonear. A hoy, el "objeto del delito" sigue demorado entre las cosas que se apilan en la justicia contravencional, mientras Nazareno se esfuerza por reunir los 1500 pesos salvadores.

Más que el carro, Nazareno necesita una nueva oportunidad sobre la Tierra. Un trabajo mejor. De juez, por ejemplo. A la justicia también le hace falta. 

Fuente: Tiempo Argentino

No hay comentarios:

Publicar un comentario