Por: Carlos Aznárez
El señor Obama lo dice con todas
las letras: “Venezuela es una amenaza extraordinaria para la seguridad de
EE.UU.”, no parece alcanzarles con la descomunal guerra económica descargada
durante todo el año 2014.
No se trata de una bravata más,
que nadie se equivoque. Esta vez, el peón obediente de los diferentes lobbies
que componen el Gobierno norteamericano ha lanzado una advertencia gravísima
contra el proceso revolucionario venezolano. El señor Obama lo dice con todas
las letras: “Venezuela es una amenaza extraordinaria para la seguridad de
EE.UU.”, y tras cartón anuncia más sanciones a la que ya venía aplicando el
Gobierno del norte. Esto quiere decir que no les basta con alimentar con
millones de dólares a la oposición golpista que no puede hacer pie en las urnas
y genera -cada tanto- acciones violentas y desestabilizadoras.
Tampoco parece alcanzarles con la
descomunal guerra económica descargada durante todo el año 2014 y lo que va de
este período, generando desabastecimiento, desfase descomunal entre el dólar y
el bolívar, incentivando el contrabando mayúsculo con la ayuda de sus cómplices
colombianos, y tantos otros artilugios para asfixiar a la población venezolana.
Esta vez, quienes manejan el
stablishment estadounidense le hacen decir a “su” Presidente, que como
Venezuela es una amenaza, Estados Unidos deberá defenderse de la misma. No hace falta ser muy imaginativo para leer
entre líneas lo que están dictaminando: en función del “peligro chavista”
podría producirse un ataque de gran escala contra los que EE.UU. considera sus
“enemigos peligrosos”.
Sabemos muy bien como mienten los
gringos para impulsar invasiones brutales contra otros países. Pero además, que
ante la falta de excusas son activos "generadores de climas” destituyentes
que terminan en el desarrollo de acciones invasivas de gran escala contra
naciones que desentonan con su forma imperial de pensar. Ya lo hemos visto en
los últimos años en el Medio Oriente y ahora lo estamos observando en las
maniobras desarrolladas en Ucrania para acosar a Rusia. Arman mercenarios como
el Estado Islámico, cooptan gobiernos para que colaboren con estos últimos,
construyen más y más cárceles clandestinas para torturar a sus prisioneros,
acuden por último a atentados de “falsa bandera”, cuando los creen necesario
para sembrar el terror en determinadas circunstancias. Todo eso y mucho más es
producto de la avaricia imperialista.
Por lo cual, estos dichos
actuales de Obama no deben ser tomados a la ligera. Están apurando la carrera,
saben que si no lo hacen, poco y nada podrán esperar de una oposición a la que
ayudan monetariamente pero en el fondo desprecian por su inutilidad. Además,
perciben que a nivel de sus aventuras golpistas, han topado con el muro
construido por la Inteligencia bolivariana y la férrea unidad de sus Fuerzas
Armadas. Es en función de esa realidad que el dueño del circo parecería estar
dispuesto a dar licencia a sus payasos y pasar a actuar como protagonista.
Por lo tanto, si Obama dice que
la Revolución que reivindicamos todos los latinoamericanos y caribeños es una
“amenaza”, nosotros no nos podemos quedar de brazos cruzados observando como
cualquier día de estos, Venezuela se convierte en las últimas horas de la
Panamá de Torrijos. Toda prevención es poca, toda solidaridad es indispensable.
La de la UNASUR, el ALBA y la CELAC, pero también la de los pueblos. Tener
conciencia que si lo intentan, si un buen día de estos, como ya hicieron con
Irak, Afganistán, Somalia, Libia, Siria y tantos otros rincones del Tercer
Mundo, los yanquis deciden inventarse un escenario para “verse obligados"
a intervenir con sus marines, o a generar una situación de crisis tal, que
desestabilice superlativamente al Gobierno legítimo de Nicolás Maduro, debemos
exigir a nuestros gobiernos romper relaciones de inmediato con los Estados
Unidos. Es hora de terminar con las hipocresías de que si lo hacemos se viene
el Apocalipsis.
Ser solidarios con Venezuela hoy
no se resuelve con declaraciones, sino con hechos concretos. Boicoteando los
productos norteamericanos, paralizando a través de la acción sindical conjunta latinoamericana,
sus barcos allí donde estén, de la misma manera que se hizo con la Sudáfrica
racista. Generando un clima regional en que el territorio que ellos piensan
mancillar se les puede convertir en un tembladeral.
Con Venezuela nos la jugamos todos
y todas, porque quienes hoy han utilizado a Obama como vocero para amenazarnos,
no dudarán en aplastar nuestras frágiles democracias. Si dudamos en que ante un
ataque de envergadura no caben paños tibios, sino mostrar los dientes y
proceder con patriotismo para defender cada una de nuestras agredidas
soberanías, estaremos en graves problemas.
Las cartas están echadas. De un
lado, el Imperio y sus aliados locales. Del otro, el pueblo de Venezuela
Bolivariana y su Revolución, que es como decir, los de Cuba, Ecuador,
Bolivia, Argentina, Chile, Nicaragua, y todos aquellos que se
animen a no dejarse pisotear por la bota prepotente de quienes gobiernan en
Estados Unidos.
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