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lunes, 11 de diciembre de 2017

Tortura, hacinamiento y hambre en las cárceles: las conclusiones del nuevo Registro


Hoy se presenta el Registro anual de casos de tortura y/o malos tratos, que halló un promedio 17 hechos de tortura o malos tratos por día durante 2016. Agresiones extremas, pésimas condiciones de encierro y hambre. Las conclusiones del Registro Nacional realizado por la Procuración Penitenciaria de la Nación, el Comité contra la Tortura de la CPM y el Grupo de Estudios de Sistemas Penales y Derechos Humanos revelan qué pasa puertas adentro de los complejos penitenciarios. El informe completo.
Foto ilustrativa

Más de 600 páginas acumulan tres investigaciones de los organismos que se encargan de monitorear qué sucede puertas adentro de los complejos penitenciarios. El Registro Nacional de torturas y/o malos tratos es un clásico que visibiliza en cantidad y calidad cómo funciona el sistema penal y carcelario en la Argentina, a través de encuestas a los propios reclusos.

El libro, presentado hoy en el Instituto de Investigaciones Gino Germani, es el sexto realizado por la Procuración Penal de la Nación, la Comisión por la Memoria y el Grupo de Estudios de Sistemas Penales y Derechos Humanos (GESPyDH).

Los resultados

la Procuración Penitenciaria de la Nación y el Comité contra la Tortura de la Comisión Provincial por la Memoria registraron durante el año 2016 un total de 1953 víctimas de torturas y malos tratos. Distinguiendo los distintos tratos por persona, se llega a un total de 6391 hechos de torturas y/o malos tratos.



El trabajo de campo del RNCT se realizó en 18 unidades penales y 5 institutos de menores, de la Provincia de Buenos Aires, 23 unidades penales del Servicio Penitenciario Federal, 2 alcaidías penitenciarias, cuatro comisarías de la Policía Federal Argentina, una comisaría de la Policía Metropolitana y un escuadrón de la Gendarmería Nacional en la Provincia de Jujuy. También se relevaron víctimas en otras 25 unidades federales y en unidades de servicios penitenciarios provinciales (Misiones, Córdoba y Mendoza).

Las 688 víctimas de tortura y/o malos tratos son en su gran mayoría varones: 646 (93,9%) y el promedio de edad de las víctimas es de 29 años.

Entre los casos se registraron 21 de jóvenes menores de 18 años. La distribución de las personas entrevistadas según su edad es la siguiente:

En contraste con los primeros años del Registro, en los que las agresiones físicas se presentaban como el tipo de tortura relevado con mayor frecuencia, en 2016 las malas condiciones materiales de detención agrupan la mayor cantidad de hechos descriptos.

La falta de elementos de primera necesidad como agua, iluminación, colchón y ropa de cama, elementos de higiene y limpieza, las pésimas condiciones de salubridad con presencia de cucarachas y ratas, el deterioro de las instalaciones y en particular de sanitarios, erigen a las condiciones de habitabilidad deficitarias como común denominador de la gestión de las cárceles federales y de la Provincia de Buenos Aires.

La práctica del aislamiento aparece en segundo lugar agrupando 1021 hechos descriptos,

En tercer lugar, los 898 hechos descriptos de agresiones físicas marcan la persistencia de la regularidad y sistematicidad de la violencia física penitenciaria, a través de la reiteración de actos como la golpiza que suele combinar golpes de puño, patadas, palazos.

Así, el informe analiza que “en los últimos años se produjo un paulatino des-anclaje espacial y una progresiva redefinición funcional del aislamiento por parte del servicio penitenciario. Des-anclaje en tanto la aplicación de esta técnica se ha extendido hacia sectores de la cárcel no identificados a priori con estas funciones, como son los pabellones de alojamiento común (habitualmente denominados ‘de población’38). Y redefinición funcional contemplando que se produjeron cambios en relación a las utilidades que reviste el aislamiento en el programa actual de gobierno penitenciario”.

Hambre

Se registraron 378 víctimas de falta o deficiente alimentación, de las cuales se cuenta con descripciones sobre 34548. De estas últimas, el 41,7% (144 personas) refirió pasar o haber pasado hambre en algún momento durante los últimos 2 meses.

En cuanto a las víctimas que pudieron precisar durante cuánto tiempo pasaron hambre, un total de 130 casos, el promedio de tiempo fue de 22 días para los 2 últimos meses. Un 50% de las víctimas sufrió hambre por períodos que van de 1 a 10 días; un 24,6% entre 11 y 30 días; el 7,7% entre 31 y 60 días y por último, el 17,7% llevaba 60 días o más en esta situación, o sea, en situaciones verdaderamente crónicas de hambre, destacando que la mitad de estos casos superan los 6 meses y algunos el año.

Frente a la pregunta “¿en qué consiste la comida?” se obtuvieron respuestas que describen lo que el Servicio Penitenciario les “ofrece” para comer. A las diferentes falencias organolépticas que presenta la comida penitenciaria (llega fría, sin sabor, sin sal y siempre con las mismas texturas –guisos, polenta, caldo–) se agrega la escasa cantidad que reciben.

Uno de los relatos:

– “[Durante el aislamiento en celda propia] te pasan en una bolsa la comida por un espacio chiquitito. Casi ni comí, estuve a té y a pan. La comida es horrible. La carne es incomible, es re dura, viene como osobuco, no sé qué es. Encima tenemos un solo calentador. 50 personas para un ‘fuelle’. ¿Cómo hacés para cocinar, para tomar unos mates? Buscamos horarios que nadie cocine, porque trae conflictos. Digamos que estamos en una forma inhumana. Está bien que estemos presos, pero no como perros” (CPF II).

En este sentido, cabe mencionar que 89 (25,8%) de las víctimas de mala alimentación refirieron que la comida de la institución les provocó dolencias, que en muchos casos se suma al hambre padecida y no es atendida por el área médica.

Salud

Se han relevado 336 víctimas de falta o deficiente asistencia de la salud. Las dolencias o problemas desatendidos pueden catalogarse en 3 tipos según las características más generales que asumen: ser una dolencia aguda en relación a la intensidad del dolor o lesión, poseer o no diagnóstico médico.

Se cuenta con información detallada sobre 238 de las 336 víctimas. La distribución de los hechos por tipo de dolencia o afección desatendida puede verse en el siguiente cuadro:

De 137 víctimas, 118 (86,1%) expresaron que directamente no habían sido atendidas por el servicio de salud, mientras que 19 (13,9%) eran atendidas de manera deficiente.

Es de destacar que las deficiencias en la atención más frecuentes fueron: dificultades en la entrega de medicamentos, servicio médico ignoraba sus dolencias a pesar de haber tomado conocimiento de las mismas, impedimentos para realizar estudios, y en cuarto lugar, impedimentos para realizar intervenciones.

Amenazas

“Las amenazas de muerte y de nuevas agresiones físicas ponen de relieve la impunidad con que cuenta la agencia penitenciaria por la falta de investigación judicial”, asegura el Registro. “Resulta evidente que la potencial o efectiva denuncia no amedrenta a los agentes ni los obliga a cesar en las prácticas de agresión y hostigamiento sino que, por el contrario, despliegan una serie de prácticas de ocultamiento legitimadas institucionalmente”.

Durante el año 2016 se relevaron 319 víctimas que mencionaron hechos de amenazas. Del total se cuenta con información para 57 de estos hechos51. En el 66% de los casos las amenazas se produjeron en combinación con otras torturas o malos tratos que sufrió la propia víctima, en tanto en un 33,9% se vincularon con malos tratos sufridos por otras personas presas. En el 39,3% de los casos el personal penitenciario que lo amenazó estaba directamente relacionado a esos hechos como victimario.

Por otro lado, se relevaron un total de 152 víctimas que dieron cuenta de haber sufrido el robo y/o daño de sus pertenencias. Las principales circunstancias en que se efectúan los robos y/o daños son durante la requisa de celda, enmarcadas en las requisas rutinarias de pabellón, en las requisas extraordinarias, en el traslado a buzones (celdas de castigo), o al volver de las visitas, en el ingreso a nuevas unidades que se produce también, en el caso de traslados, durante las requisas de ingreso.


El informe ahonda sobre otros tipos de torturas como traslados constantes, alejamiento de las familias, las agresiones físicas y los métodos de tortura que, aunque parezca mentira, sigue teniendo a la picana, al submarino y al abuso sexual como parte del menú del horror.

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